Aprendizaje respetuoso como parte de la crianza

domingo, 7 de diciembre de 2014

¿Por qué nos cuesta tener empatía con nuestros hijos?


La empatía es la capacidad para ponernos en lugar de los otros. Pero ese "ponernos en lugar del otro", ¿cómo lo hacemos?
Lo más habitual es que lo hagamos desde nuestro propio punto de vista, es decir, cómo nos sentiríamos nosotras en esa situación.
Y es que para ponernos en la piel de la otra persona es necesario, o bien que la conozcamos mucho, o bien que la escuchemos (los mensajes hablados y el lenguaje de su cuerpo).
Si esa otra persona es nuestro hijo/a parece que la cosa es más fácil porque se dan las condiciones que he mencionado.

Pero en muchas ocasiones, a la hora de acompañar a nuestros hijos en sus sentimientos, no somos capaces de hacerlo de una forma completa.
Necesitamos intervenir de alguna forma.
Creo que las madres no podemos observar las experiencias de nuestros hijos de una manera objetiva, está en nuestro instinto el involucrarnos.

La necesidad de aliviar o de buscar soluciones hace que muchas veces no nos tomemos el tiempo necesario para dejar que los niños se expresen y nos digan, a su modo, qué es lo que necesitan.
Y a lo mejor el niño no quiere solucionar nada, sólo quiere que alguien comprenda lo que está sintiendo.

Seguro que a veces te sorprendes a ti misma con una frase que te sale automática: No pasa nada.
Y una vez que decimos eso, la empatía ya no es posible porque es como negar lo que le está ocurriendo a nuestro hijo.
Todo esto viene por nuestra necesidad de aliviar y de buscar soluciones, porque parece que forma parte de nuestro papel de madres.
Y si no tenemos una solución que ofrecer, entonces intentamos que parezca que no es grave, para aliviar el malestar del pequeño, y con la mejor de nuestras intenciones decimos ese "no pasa nada".

Hasta aquí es posible la reflexión y el esfuerzo por conseguir la conexión que nos permita ser empáticas de verdad y acompañar afirmando los sentimientos del niño como algo que SÍ EXISTE y que SÍ ES IMPORTANTE.
Más difícil se vuelve el asunto si decimos "no pasa nada" pensando que realmente no pasa nada.
Es muy común en las personas medir las cosas por nuestro propio baremo y decidir así qué es importante y qué no lo es. Y en nuestro mundo de adultas podría parecer que las cosas de los niños son pequeñas, tan pequeñas como ellos.

¿Acaso un problema de trabajo no es mucho más grande que la frustración de un niño por no saber chutar el balón?
Lo que respondamos a esta pregunta dependerá mucho de si hemos olvidado o no la niña que un día fuimos...

Y tú... ¿Tienes empatía con tus hijos?

**********

8 comentarios:

  1. Me parece super interesante esta entrada, y te doy la razón con aquello de "no pasa nada" Papimelli es muy propenso a decirlo, y yo cuando veo a mis peques con esos lagrimones en sus caritas pienso "claro que pasa algo" y para ellos ese "algo" es lo más importante del mundo aunque para nosotros parezca una nimiedad. No dejarse llevar por nuestros sentimientos y pensamientos de adultos es muy dificil y creo que me cuesta más empatizar con mis hijos a epsar de que los conozco que con un adulto. Porque me doy cuenta de que ponerme en su lugar es muy dificil no tengo ni idea de que pasa por la cabecita de un niño de cuatro años...

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    1. A veces es muy difícil porque incluso ellos mismos no saben lo que realmente les pasa, quiero de cir que no saben ponerle nombre o explicarlo. En esos casos quizá lo que se puede hacer es acompañar y ya está. El sentirse arropados ya es bastante alivio.
      A mí me ha pasado alguna vez con personas adultas, ante situaciones muy complicadas que no sabes que decir sin que parezca forzado, el estar al lado en silencio, un abrazo, un apretón de manos... Es que a veces nos sentimos en la obligación de tener que decir algo o hacer algo.

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  2. Me gusta mucho tu post. Yo sé que sus problemas son tan grandes como los míos, el problema viene cuando ni ellos mismos saben dónde está el problema. Es tan difícil intentar averiguar qué les pasa por la cabeza...

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    1. Es verdad Dácil, y creo que a todas nos pasa un poco lo mismo. Lo que nos complica las cosas es ese no saber... Una buena idea sería desde pequeños acostumbrarles a hablar de las emociones, de lo que sienten, creo que es algo que tenemos bastante bloqueado las personas en general: el saber poner palabras a lo que nos pasa.

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  3. gracias por este post, que me invita a hacer una reflexiôn al respecto... a repensar en todos esos momentos que para nosotros pueden ser pequenyos pero para ellos enormes.

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    1. El mundo interior de los niños/as es muy grande, y complicado al mismo tiempo porque muchas veces les cuesta expresar y explicar lo que sienten.

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  4. Sí , es difícil . El obviar las situaciones por simples que sean desarman al niño , porque no estás teniendo en cuenta lo que para él es un problema en ese momento . Hay que escucharles en mi caso que son mayores pues es más fácil pero no por ello más complicado , y cuando son pequeños como dice Dácil es difícil encontrar los motivos , pero con sólo estar ahí y escucharles ya es un buen comienzo. En ocasiones , reflexiona si estoy siendo muy dura o exigente en algunas situaciones concretas con mis hijos y hago un ejercicio de reflexión de cómo yo era a esa edad , como actuaba y sobre todo como me gustaría que hubieran actuado mis padres. Más comunicación y confianza sin bajar la guardia , haciendo equilibrios como en el circo .

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    1. A mí me pasa también que en alguna ocasión me he preguntado si seré muy exigente con él. Y es que ya el nivel que les ponen fuera de casa es demasiado alto a veces, creo que no se les permite ser tan niños como debieran por su edad, que se les pide una madurez que aun no les corresponde, y quizá en casa podamos bajar un poquito ese listón y ponernos nosotras mismas más a su altura.

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